3.12.09

La ciudad se encuentra desierta
No siento frío ni calor,
Las agujas del tiempo se detienen muertas
Y las flores se han vuelto tristes sin su color.

La lluvia cae pero no la siento,
Los ruidos que se escuchan son deprimentes,
Busco pero no encuentro mi verdadero pensamiento
Y mi alma trata en vano de darle equilibrio a mi mente.

Las hojas de los árboles tiemblan de temor,
Ante un futuro desconocido,
La brisa trata de calmarlas con un susurro arrullador,
Pero esta también se inquieta con los fuertes alaridos.

El viento roza filoso mi rostro,
Los pájaros detuvieron su canto,
Y, recordando algún instante nuestro,
No podré contener mi llanto.

¿Te acordas?

Autor: Mario Pergolini

¿Te acordás de aquel tiempo en el que las decisiones importantes se tomaban mediante un practico “ta te ti, suerte para mi”? Se podían detener las cosas cuando se complicaban con un simple “pido gancho”. Los errores se arreglaban diciendo simplemente “va de nuevo”. Las discusiones terminaban con un “pan y queso”. El peor castigo y condena es que te hicieran escribir 100 veces no debo… Tener mucho dinero, solo significaba poder comprar más provincias jugando al Estanciero, o comprarte un helado, o un paquete de palitos salados en el recreo. Llenar un frasco con hormigas podía mantenernos felizmente ocupados durante toda una tarde. Siempre había una forma de salvar a todos los amigos y bastaba con un grito de “piedra libre para todos los compañeros”. No era raro que tuvieras 2 o 3 mejores amigos. “Es muy viejo” y así te referías a cualquiera que tuviera mas de 20 años. Siempre descubrías tus nuevas capacidades y habilidades a causa de un “a que no te animas”. No había nada mas lindo y prohibido que jugar con fuego a pesar de que algún mayor te amenazara con que el que juega con fuego, a la noche se hace pis. “¡El último es cola de perro!” era el grito que te hacia correr como un desaforado hasta que sentías que el corazón te salía del cuerpo. El “poli-ladrón” era solo un juego para los recreos y era mucho más divertido ser ladrón que policía. Las bombitas de agua eran la más moderna, eficiente y poderosa arma que se había inventado. La desilusión era haber sido elegido último para el equipo de tu escuela. “Venenosa” se refería solo a un tipo de mancha, y no a ciertas alimañas o a algunas personas. Para viajar desde la tierra al cielo, solo tenías que jugar rayuela. La red de una cancha de tenis, tenía la altura perfecta para jugar un partido de volley y las reglas, no importaban demasiado. ¿Verdad o consecuencia? Si eras nena, siempre elegías el color amarillo ya que solo te preguntaban si era verdad que te gustaba… En cambio, si eras varón, siempre e indefectiblemente, elegías el color rojo y ahí nomás pedías un beso, en la boca. Los hermanos mayores, eran el peor de los tormentos, pero también eran los más celosos, fieles y feroces protectores. Haber llevado un arma a la escuela, significaba que te habían atrapado con una honda de rulero. Nunca faltaban los huevos de chocolate y golosinas que traía el conejo de pascuas y el billete nuevo debajo de la almohada que te dejaba el ratón Pérez, todo a cambio de tus dientes de leche. “Guerra”, solo significaba arrojarse trozos de tiza y bollos de papel durante las horas libres. La guerra era algo que había sucedido antes de que naciéramos y que nunca volvería a suceder. Los helados, por supuesto, constituían el grupo de los alimentos básicos y esenciales. Tu bici se transformaba en una poderosa moto solo con colocarle un cartón duro, o un chapita, o una bombita de agua inflada entre los rayos de la rueda. Si tu bici tenía el asiento banana, eras el capo máximo de la cuadra. Cambiar figuritas en el patio del colegio, si eras de los más chicos, siempre aparecía uno de los grandes y te decía que te daba un toco de figuritas por una tuya, claro lo que vos no sabias era que esa que tenías en la mano era la más difícil del álbum. Las situaciones... “raras” las llamábamos: afilar, atracar, bailar, chapar contigo, pan y cebolla, corto con, ir a un asalto, fraguar, fulana es señorita, fulano gusta de…, fulano habla con…, el resto te largo, me arregle con…, piropear, ¿te vino?, eso, ¿vos te dejas?.
Si ustedes pueden recordar la mayoría de estas cosas, entonces significa que realmente han estado vivos, que han tenido una infancia feliz y que el niño que todos tenemos adentro todavía sigue vivo. Por lo menos yo, me acuerdo de todo eso. A todos nos viene bien tener siempre en mente todos esos tiempos, en que todo era distinto. Preservemos siempre ese pedacito nuestro en que todavía somos niños, porque es el que nos hace relacionarnos entre nosotros y con la vida de una forma más pura y mas honesta. Esto se lo dedicamos a cualquiera de nuestros amigos, que necesite un pequeño descanso de su agitada y estresada vida de adulto. Y que el último grite, “piedra libre para todos los compañeros”, así, nos salvamos todos.